María Fernanda Salas R.

1945, revolución de octubre... La madre indiscutible de la bolivariana














María Fernanda Salas R.





3erPolo
















La democracia son dos lobos y un cordero

votando sobre que se va a comer. 

¡La libertad es un cordero bien armado rebatiendo el voto!

Benjamin Franklin

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Confuso, nombrar “revolución de octubre” al cuartelazo con que los adecos, y sus socios militares, derrocaron a Medina. Confuso, pues “Revolución de Octubre” es, para cualquiera, la que inició el comunismo soviético. Apellidarla “a secas” por el mes, careció de sentido de la proporción. Pero fue revolución, en todo el sentido de la palabra, lo que siguió al cuartelazo. Tan revolución fue aquella, como esta bolivariana de hoy. Y lo peor que se puede hacer, es calificarlas, de “falsas” revoluciones. Ambas son revoluciones, en todo el sentido de la palabra. Pero, como explica Alberto Mansueti: “...las revoluciones no son buenas, y consisten en el salvaje desconocimiento de los principios y leyes que hacen a la civilización posible”

¿Qué significa para mí una fecha como el 18 de Octubre de 1945? Para mis 22 años, el pasado es el pre chavismo de Caldera II. Antes de eso, era muy niña, y no conocí el punto fijismo realmente. Pero si leo, pregunto, y converso, con quienes conocieron, y vivieron, todo lo que significó aquel inicio del socialismo venezolano. El 18 de octubre, es una fecha muy significativa para mí. Cada vez que llega, donde quiera que esté, me visto de negro. No de luto realmente. Sólo de negro, por la Venezuela que pudo ser... Y no fue.

 

NEGRO COMO LA NOCHE OSCURA

 

El luto es un ritual. Ritual externo, para expresar el dolor, y la resignación, internos. El luto, pasada la desesperación inicial, es sereno. Es respetuoso recogimiento, y ha de ser, mucho más que el color. Es una actitud.

No se puede estar de luto en mini falda, y maquillada. Por muy negra que sea la ropa. Y yo, no me visto de negro, en luto por lo perdido. Me visto de negro por recordar que aquel día, la oscuridad de la barbarie, se impuso sobre la luz de la civilización. Negro destino, empezó aquel día, y negra miseria nos trajo. Negra suerte. Aún la bandera de la barbarie (en tiempos de neo-lengua “orgueliana”), hubiera de ser blanca.

Pero no es luto. No sólo porque no he dejado de maquillarme, o porque no la falda sea corta. Lo que le falta al luto no es la forma. Es el significado.  No se trata de resignación ante lo inevitable. Porque no es irreparable la perdida. Se trata de un muy personal “desafío” contra la barbarie del pasado. Legitima e indiscutible progenitora, de la barbarie del presente. La maternidad, siempre será, por definición, indiscutible.

 

LO QUE PERDIMOS

 

Lo que ocurrió el 18 de octubre de 1945, fue un golpe de estado, contra un gobierno legitimo. Los complotados, civiles y militares, tenían en común dos cosas. La desmedida ambición por alcanzar. De un día para otro. Lo que no se habían ganado. Y una novedosa, para entonces, ideología de izquierda que combinaba el marxismo con el nacionalismo, y un autoctonismo “buen salvajista”.

Era el neocomunismo de entonces. Era adeco, y como tal, populista, demagógico y destructivo, muy especialmente... al largo plazo.

Del otro lado, teníamos un gobierno de derecha liberal moderada. Un tanto intervencionista en lo económico, es de reconocerse. Pero seriamente comprometido con la disciplina fiscal y monetaria. Gobierno republicano, más que democrático (aunque también lo segundo) el de Medina gobernó sin un preso político, sin un perseguido, sin un desterrado, y con un Presidente que se daba el lujo de caminar por la calle, sin escolta, como cualquier ciudadano. Ningún gobierno posterior, puede presentar tan perfectas credenciales.

Presidente que impulso la Ley de Hidrocarburos más exitosa de nuestra historia, y que, siendo militar, y General, vistió con orgullo, en forma y en fondo, el traje de nuestro primer, y mejor, gobierno civil del siglo pasado.

Un gobierno que se midió a sí mismo, por respetar, y hacer respetar, los derechos de cada individuo. Y no como el brazo ejecutor de la tiranía de la mayoría. Fue lo que perdimos, el 18 de Octubre de 1945.

 

LO QUE RECONSTRUIREMOS

 

Inconsistente en su liberalismo, lo que es mejor que ser consistente en el estatismo, moderado aún en lo bueno, que no es virtud.  El Presidente Medina, estuvo lejos de ser perfecto, pero dirigió el único gobierno, completamente decente, que ha tenido Venezuela desde que entramos al siglo XX. Tuvimos una Republica viable. Una economía prospera. Una sociedad pacifica y civilizada. Y un futuro mejor... para construir con trabajo. Lo perdimos todo, a cambio de las ensoñaciones del estatismo, que llegó de la mano de aquellos golpistas... y con sus altas y bajas, lo que ha hecho, finalmente, es enseñorearse y crecer. La barbarie de 1945, fue seguida de la dictadura. Y esta del retorno de la barbarie, moderada y negociadora. La que sería sustituida por una nueva barbarie “originaria” y tan heredera de aquel golpe exitoso, que en su perfecta imitación, fracasada en lo militar... más no en lo político, vivimos.

¿Qué votasen los analfabetas, era mejor solución, que enseñarles a escribir? ¿Qué votásemos las mujeres no podía lograrse en por medios políticos incruentos? ¿No podía el estatismo demagógico tomarse el tiempo y el esfuerzo de llegar al poder sin cuartelazos? ¿No podían los jóvenes militares “académicos”, con estudios en la mejores escuelas militares del mundo, esperar por el retiro de esos viejos generales montoneros, que se ocuparon de crear esa “academia” y de enviarlos a realizar tales estudios?

Fue, es, y será , la respuesta de cada pregunta. Y es por ello, que el recuerdo del derrocado Presidente Medina, es, para mí, una luz en lo más negro de la noche. Noche de caudillos de revoluciones, que fueron de los golpes a los votos.  Noche negra. Para trastocar la democracia, de método para la elección de gobiernos. Limitados por los derechos naturales de los individuos. En tiranía ilimitada de las mayorías. Noche que va desde Betancourt, y sus asociados militares, hasta Chávez, y sus asociados civiles. Noche en que la democracia, votó, muchas veces, el fin de la libertad. Pero, noche al fin. Será vencida por la luz de un nuevo amanecer. Y la libertad, prevalecerá.

 

Y ENTONCES...

 

Entonces, ya no me vestiré de negro. Y ese día, llevaré flores, (en el monumento que habremos de levantar) al General que vistió de civil. Al señor que llevaba sus hijos al parque, caminaba por la calle, o iba al cine, como cualquier otro ciudadano. Y trabajaba, muy eficientemente, como Presidente de la Republica. Entonces dejaré de lado los creadores de la noche. En la memoria de las advertencias.  Y recordaré, celebrado, la última luz que los precedió. Isaías Medina Angarita.

¿Me explico?
















3erPolo

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