María Fernanda Salas R.
Pedimos elecciones: Y la revolución responde con sangre
|
|||||
|
||||
Fueron
los izquierdistas que gobiernan Venezuela los que redactaron una constitución a la medida de su falsedad, irracionalidad y
mito manía. Colocaron infinidad de absurdos en ella, y alardeando de la aplastante mayoría -sólo superada por la abstención
en todas las elecciones que ganaron- con que controlaban la Asamblea Constituyente primero, y con la que luego controlarían
todo el poder público, colocaron diversos tipos de referéndum popular. Para consultar
cualquier asunto, para proponer leyes, para dictar leyes, para derogar leyes, para confirmar leyes, y para revocar los mandatos
otorgados por la votación popular. Por si
acaso, se tomaron la precaución de especificar que los impuestos estaban exentos de toda iniciativa referendario, el pueblo
puede opinar de lo que sea... Excepto de lo que lo obligan a pagar sus "representantes". DESDE EL
PRINCIPIO El desgobierno
de la izquierda revolucionaria destruyó, en sólo cinco años, el mismo porcentaje de la economía venezolana, que a sus antecesores
izquierdistas -más moderados- les tomo 40. El desmedido aumento de la delincuencia, y la impunidad, donde las bandas de delincuentes
ya gobiernan grandes franjas de campos y ciudades. Y los absurdos de una revolución, que se inició con la afirmación de sacar
niños de la calle... y los multiplicó. Esa mayoría se hizo minoría. Un sector marginal de la oposición muy claramente
identificado -que jamás llegaría al gobierno con votos- lanzó la aventura del más despelotado golpe de palacio de la historia
venezolana. Chávez cayó, pero por dos días, y regresó. Fue entonces, cuando cumpliendo con todo lo previsto en la Ley,
partidos, movimientos y ONGs, opositores alineados en la Coordinadora Democrática de Venezuela iniciaron el calvario referendario.
Un paro general indefinido (que terminó en el control revolucionario de la petrolera estatal, al despedirse decenas de miles
de trabajadores, opuestos a la revolución, sin cumplir con lo previsto en la legislación laboral) fue el último intento de
"forzar la barra"... y fracasó. Y bueno es recordar que fueron los lideres fundamentales del Movimiento Liberal Libertario
Resistencia Civil, lo únicos con el valor exigir primero, el fin de un paro, que estaba sirviendo más a los objetivos del
gobierno revolucionario, que a los de la oposición democrática. Y lo hicieron, antes de que se perdiera todo lo que se perdió. Ni siquiera los escuchamos todos los liberales, ellos tenían razón, los demás estuvimos equivocados. Pero no fue tan desértico el grito resistente. Se reavivo, pese al fracaso,
un intentó de referéndum consultivo para preguntar a los electores si consideraban, conveniente y necesario, que el Presidente
renunciara. Fue él, no nosotros, el que gritó en manifestaciones varias, que si el pueblo se lo pedía... renunciaría. Pero
su Tribunal Supremo de Justicia (nombrado por su mayoría parlamentaria) impidió tal consulta. Esperamos hasta la mitad de
un período de seis años, para revocar un gobierno que, para esa mitad de período, cumple ya los cinco años para los que originalmente
fue electo. Se cansó de gritarnos que reuniéramos las firmas para el revocatorio... y ahí nos mediríamos con votos. EL CNE
REVOLUCIONARIO Poco le
importaba a la revolución que controlaba el parlamento su obligación de nombrar un Consejo Nacional Electoral. Para la revolución
las elecciones son un asunto meramente táctico. Y tácticamente sólo podían interesarse en las próximas elecciones regionales...
Si acaso. Nunca en el referéndum revocatorio de su máximo -y también único- líder. Un CNE provisional aceptó los millones
de firmas que reunió la alianza opositora, cumpliendo con todos los requisitos legales. Y de nuevo el Tribunal Supremo lanzó
por tierra el asunto, dictaminado que los provisorios no podían ni revisar, ni convocar nada. Así, el supremo Tribunal Venezolano,
decidía que hasta que no se nombraran los Rectores Definitivos de tan institución, no habría elección o consulta alguna en
Venezuela. Como para tal nombramiento se exige en nuestra legislación una mayoría calificada del Parlamento. No podía la decreciente
mayoría revolucionaria nombrar a su antojo "su" CNE. Desde mucho antes veíamos dirigentes del movimiento liberal libertario
Resistencia Civil, exigir en alianza opositora que se trabajase en el Parlamento por un CNE que no fuera provisional. Sólo
se intentó cuando fue, no conveniente, sino indispensable. Pero no se logró. Y fue nuevamente el Tribunal Supremo, decretando
una omisión del Parlamento, el que nombró otros provisionales. Pero con los poderes que les quitó a los anteriores. Así se
daba aparente cumplimiento al solemne acuerdo firmado por representantes del gobierno y la coordinadora, con la mediación
de la OEA y un ex presidente de EE.UU., para una salida pacifica, constitucional y electoral, a la crisis de gobernabilidad.
Los nuevos provisionales cumplían con el primer requisito que la revolución exige de los poderes "independientes" como la
fiscalía, o el mismo Supremo Tribunal... Una clara mayaría revolucionaria. Y esa mayoría revolucionaria desecho de un plumazo
las firmas recopiladas legalmente. Esa mayoría redactó un reglamento del proceso de recolección de firmas, más complejo y
difícil que cualquier elección que hayamos tenido. Pero se recolectaron, en papel moneda numerado, frente a observadores internacionales
y testigos revolucionarios, más de tres millones y medio de firmas solicitando el referéndum revocatorio del Presidente.
(Y sólo se necesitan poco más de dos millones 400 mil) Y fue el Presidente, el que antes de que se recopilare la primera firma
grito ¡mega fraude!. Sus testigos se esforzaron, hasta lo imposible, por ver lo que su líder les decía que debían "ver", pero
como no había fraude alguno... no lo vieron. La alianza opositora había instalado computadoras con el padrón electoral, en
los centros de recolección, para impedir que personas no inscritas en tal registro pudieran firmar. Las planillas oficiales eran
limitadas en número. Pero la autoridad electoral, los testigos el gobierno... y hasta la policía política se encargaron de
impedir tal cosa. Los garantes de que no hubiera fraude, se empeñaron en que pudieran firmar los que no tenía derecho. Impidieron
cualquier esfuerzo de la oposición por evitarlo. Llegó la hora de contar y revisar firmas, y el CNE encontró que de los tres
millones y medio, lograba desechar menos medio millón. Se retrasó, y repitió, y retrasó, y repitió la revisión, y seguían
existiendo más de los dos millones 400 (y algo) mil que se requieren para la convocatoria. Tenía los revolucionarios que lograr,
de acuerdo con el reglamento que habían aprobado en su CNE, que más de 700 mil personas declarasen que no habían firmado.
Pero como ya haban salido de la mayoría de las firmas que ellos mismos lograron inicialmente que entraran al asunto. La cosa
se les ponía muy cuesta arriba. Como el reglamento no daba, se cambió el reglamento, dando por reglamentaria una simple instrucción
administrativa, que dice lo contrario que el reglamento. Se decidió que no eran las firmas y las huellas digitales las que
se revisarían, sino los renglones escritos con datos del firmante, en la desesperada búsqueda de cualquier caligrafía similar.
Se separaron más de 800 mil firmas, de supuesta caligrafía similar (no similar en las firmas, sino en los datos del elector)
y se nos indicó, que sumadas tales firmas con otras casi tres cientas mil "en duda", por motivos tan diversos como desconocidos,
tendríamos 16 horas para presentarnos en 2 mil 700 centros y "reafirmar", de uno en uno, que habíamos firmado realmente.
Menos de dos minutos por persona, para un procedimiento complejo y poco claro. Y se pide que quienes deseen que su firma sea
retirada, también acudan. Cosa aparentemente inútil, ya que la firma del que no se presente para reafirmarla, será igualmente
retirada. No tan inútil, si se considera que ocupan tiempo en que otro no reafirme.
Y claro que no se nos dará constancia alguna de tal cosa. NO ESTABA
EL HORNO PARA BOLLOS... Ya el viernes
27 de febrero, una manifestación opositora legalmente autorizada, por las autoridades municipales, fue brutalmente reprimida
por la "alianza del pueblo y la fuerza armada". La fuerza armada arrancó, sin mediar palabra, a impedir que se acercase la
"amenazante" manifestación menos de tres kilómetros de los mandatarios que nos visitaban. Se pretendía entregar un documento
para los ilustres visitantes (la mayoría, tan poco demócratas como Mugabe y Jatami, que no entendía una del todo la gracia).
El primer
golpe cayó sobre un septuagenario. De ahí en adelante vi yo, lideres nacionales de partidos y movimientos (empezando por los
míos) tragar gases increíblemente tóxicos; avanzar y retroceder ante decenas de envestidas. Vi y viví, la más brutal y desmedida
represión. Y vi un socialdemócrata y un liberal oponerse juntos y desesperadamente al sospechoso grupúsculo que prendió alguna
basura, bajo las paredes de una casa del partido de gobierno. Me mantuve lo más cercana que pude de las banderas liberales.
Vi la admirable acción de Elinor Montes, quien se acercó inerme al piquete de guardias que la arrojaría y patearía en el piso.
Tras horas interminables de represión, se nos pidió retirarnos. Los liberales nos retiramos. Otros decidieron seguir resistiendo
más, y los pocos que de una u otra forma quedaron por las cercanías, fueron reprimidos hasta avanzada la noche. Cuando nos
retirábamos, pude yo entender uno de los lemas del revolucionario presidente "la unidad de pueblo y fuerza armada". La fuerza
armada nos lanzaba gases tóxicos, no sólo contra nosotros, sino hacia edificios, e incluso dentro de una guardería
infantil. Y en lugar de los famosos perdigones "plásticos" vi yo, un perdigón al menos, tan metálico como las peinillas. Y "el pueblo" serían los facineroso que nos disparaban -estos con balas- por la retaguardia. Vi, lo admito, jóvenes de algunos partidos opositores -no los míos- lanzar
piedras y cohetes, hacia militares con verdaderas armaduras... y tanques de guerra. Los liberales sólo teníamos un par banderas
del movimiento, y banderitas de Venezuela. También vi la policía política, entre los militares, pero a diferencia de estos,
no eran escopetas, sino fusiles de asaltó lo que lo cargaban. Y pude oír a 20 minutos de nuestro retroceso final, voceros
oficiales de la Coordinadora Democrática, pedir a todos los manifestantes que se retirasen. Y EMPEZÓ
LA FURIA Calles,
avenidas y autopistas cerradas con barricadas incendiadas. Enfrentamientos por toda la ciudad... Y por todo el País. Muertos,
represión, intercambios de disparos y una escalada de violencia y desesperación. Y los liberales, siguiendo las consignas
de nuestros lideres, desesperadamente tratábamos de convencer, personas indignadas y enfurecidas, de que la furia y la violencia
desatada, aunque entendible. ¡¡No respondía a otro interés que el del gobierno represor!! Fue en medio de eso entre las muertes
de manifestantes, y de inocentes transeúntes, de ambos bandos. Entre las noticias de brutales torturas de los detenidos, jóvenes que (equivocados o no) luchaban
por su patria, que nuestro revolucionario CNE, anunció... lo que anunció. La violencia que recrudeció, va cediendo. No así
la represión que va en aumento. Los estratégicamente equivocados (y obviamente manipulados e infiltrados por los únicos que
algo ganan con esta violencia) pero completamente espontáneos, desorganizados y desesperados manifestantes están diezmados
y agotados. Una Juez deja en libertad algunos detenidos, ante la evidente falta de pruebas por parte de la fiscalía, y el
presidente del revolucionario Tribunal Supremo la destituye de inmediato. Hospitales han sido atacados con gases, eso lo puedo
confirmar. Sin poder confirmarlo he oído, en dos diferentes estaciones de radio, de un bebe de tres meses muerto por tal tipo
de intoxicación. Puedo confirmar que el interior de esa guardería de infantes, fue efectivamente bombardeada por las fuerzas
armadas con gas toxico. Ya conocemos del traslado de los detenidos, hacia cárceles sobre pobladas por los más peligrosos delincuentes.
Hay evidencias
de tortura, asesinato y criminalización de la disidencia, en una escalada de terrorismo de Estado. Y para llegar a los votos, con
un mecanismo conceptualmente inquisitorial, tendríamos que probar la inocencia del inocente, ya que por principio se nos considera
culpables de no haber firmado realmente. Ante una difícil negociación, en medio de la furia, y de la campaña triunfal de mentiras
del gobierno. Sé ya, que me pedirán organizarme y trabajar por los repugnantes, pero potencialmente inevitables reparos...
Los lideres de la Coordinadora son los responsables de negociar, contra viento y marea, un procedimiento viable. Y tendremos
que entender que lo más que podrán obtener... No será ni justo, ni decente, sino apenas viable. Y lanzarnos, contra todas
las dificultades y trampas hacia las reafirmaciones... O como se llamen. Y malditas sean las ganas que tengo de mandarlo todo
al demonio... Pero sé, y ya veo que esta vez, no son sólo los lideres liberales libertarios, los únicos que se atreven, desde
ahora, a decirnos que por repugnante que sea, ese es el siguiente paso. Oigo un anciano líder (histórico y respetado por su
participación en la resistencia contra última dictadura que gobernó Venezuela) de esa otra parte de la izquierda que no está
en el gobierno revolucionario, con prácticamente el mismo discurso. Y no es que los extremos se toquen, sino que la racionalidad
de medios y fines la ven, y la manifiestan, sólo los que valoran hoy en más las vidas de quienes les seguimos, que los posibles
votos de alguna futura -y hoy dudosa- elección. Seguiré pensando por mi misma, pero también me estoy transformando en una
militante racionalmente disciplinada, porque me guste o no, lo que me han pedido hasta ahora... fue siempre lo que había que
hacer. Tenemos más detenciones judiciales, relacionadas con protestas políticas, en cinco días que en los anteriores 45 años.
Y es importante entender que la novedosísima legislación revolucionaria, pretende castigar con seis años de cárcel en atravesarse
en una vía para protestar. Asunto que incluso nuestras pasadas dictaduras consideraban digno apenas de un arresto de días.
Tenemos rumores de detenciones extrajudiciales, de montajes de falsos delitos comunes, y de persecuciones contra coordinadores
vecinales. Pero no se declarará ningún estado de emergencia, la revolución no decretó estado de emergencia el día que fue
destituido de la presidencia su líder, porque pase lo que pase, el vicepresidente dirá que todo está "excesivamente normal". Y entre
tanto. Cuando sea, y como sea. Quiero restregarle en la cara, al presidente del CNE, mucho más de 700 mil reafirmaciones.
Y quiero hacerlo con total independencia de la "trampa-rencia" de que habla y hace gala. Y ya no me importa si el revocatorio
se hace con tiempo para que tengamos otra elección presidencial. O si se hace después, para que concluya el período el
vicepresidente que el revocado nombre. Lo que quiero es demostrar con votos que esta maldita revolución asesina está acabada.
Así que nuevamente. Cuando sea y como sea. Pedimos elecciones. ¿Me explico? |
||||
|
||||